dilluns, de març 24, 2008

El País - Negocios: ¿Una moda ruinosa?

Los fabricantes de biocarburantes españoles están que trinan por la competencia desleal de sus colegas estadounidenses. Les acusan de exportan biodiésel a precios inferiores a los del mercado, gracias a las subvenciones que reciben.

Esa disputa era impensable hace unos pocos años. Como en algún subsector de las energías renovables (véase la fotovoltaica), la producción de biocarburantes en España se ha convertido en un sumidero de inversores habituales en otras actividades especulativas como la promoción inmobiliaria. Es cierto que muchos de los que facturan biodiésel lo hacen como resultado de reciclar aceites usados.

Pero a ver cómo se explica que en España existan 73 plantas operativas o proyectadas para elaboración de 6,7 millones de toneladas anuales de biodiésel y otras 10 para fabricar bioetanol. No hace falta ser un sabueso para ver que la mayoría de ellas están ubicadas en ámbitos portuarios para tener a mano la materia prima que importan. Y si el producto resultante se vende al consumidor al mismo precio que los carburantes fósiles pero exento de impuestos, mientras la importación sea barata..., habrá qué preguntarse si éste es el modelo elegido por España para contribuir a la sustitución de carburantes fósiles por otros que tienen su origen en la fotosíntesis.

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divendres, de març 07, 2008

[ElPaís] Londres advierte que el recurso a los biocombustibles amenaza la vida de millones de personas

El asesor científico del Gobierno británico dice que es imposible alimentar a la creciente población mundial y producir cereales para energía al mismo tiempo

Londres - 07/03/2008


El recurso creciente a los biocombustibles supone una amenaza la producción mundial de alimentos y puede poner en peligro la vida de millones de personas en todo el globo. Ésa es la advertencia que ha lanzado desde Londres el profesor John Beddington, principal asesor científico del Gobierno británico en su primer discurso público importante desde su nombramiento para el cargo.

El experto calcula que en 2030 habrá que incrementar en un 50% la producción de alimentos para satisfacer la demanda de los países emergentes

"Es muy difícil imaginarse cómo el mundo va a poder producir suficientes cosechas para generar energía renovable y satisfacer al mismo tiempo la enorme necesidad de alimentos", ha señalado.

Según Beddington, para el año 2030, la población mundial habrá crecido tanto que será necesario incrementar en un 50% de la producción alimentaria y para el 2080 habrá incluso que doblarla.

Pero la carrera hacia los biocombustibles significa que cada vez habrá más tierra arable entregada a la producción de biocombustibles en lugar de alimentos.

Según el profesor Beddington, el riesgo de escasez de alimentos en los próximos veinte años es tan agudo que los políticos, los científicos y los agricultores tienen que ponerse ya a buscar soluciones.

Los científicos predicen que las sequías serán más frecuentes a lo largo del siglo, y la demanda de agua será cada vez mayor no sólo porque habrá muchos más millones de personas para beberla sino también porque habrá mucha más necesidad de ella para las cosechas.

Cincuenta toneladas de agua por una de trigo

La producción de una tonelada de trigo requiere, por ejemplo, cincuenta toneladas de agua. Según Beddington, al igual que los gobiernos han decidido tomar medidas contra el cambio climático, es preciso hacer algo para evitar futuras hambrunas.

"La demanda (de alimentos) ha crecido enormemente en el mundo, particularmente en China y la India. Para el año 2030, la demanda de energía habrá crecido en un 50 por ciento y la de alimentos en igual porcentaje", ha sostenido el científico.

Beddington ha calificado, por otro lado, de "locura" la destrucción de los bosques tropicales para cultivar biocombustibles.

Las advertencias del científico británico coinciden con las pronunciadas el jueves en el Parlamento europeo por Josette Sheeran, directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, Según Sheeran, la producción de biocombustibles ha apartado muchas tierras de la cadena alimentaria, lo que puede constituir una bonanza económica para los agricultores, pero al mismo tiempo perjudicará enormemente a los más pobres del mundo.

El alza del precio de los alimentos se deja sentir no sólo en los países pobres sino también en los ricos como el Reino Unido, donde los precios de la cesta de la compra han aumentado un 17% en dos años se prevén nuevas subidas de productos básicos como el pan por el alza espectacular del precio del trigo.